miércoles, 26 de agosto de 2009

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Acá les dejo el Link de descarga de las Meditaciones Metafísicas de R. Descartes

martes, 11 de agosto de 2009

Lectura recomendada

RESPUESTAS AL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

Problema:
¿Cómo puede mi idea o concepto coincidir con algo real?

Respuestas: Empirismo y Racionalismo.


EMPIRISMO

Texto:
De: Hacia un concepto histórico de ciencia.
Carlos Pérez Soto

Inductivismo.

a. La idea de hecho positivo

Voy a proceder ahora en detalle, siempre retóricamente, pero en detalle. Pido por lo tanto a los más eruditos la paciencia del caso porque voy a empezar desde el principio. Quiero decir cosas muy básicas, y elevarme, sin embargo, muy rápidamente a los problemas que son cruciales. También voy a usar este otro procedimiento: establecer cosas en el idioma chileno y después repetir las mismas cosas en un ritual un poco más técnico, para que en seguida se pueda conversar técnicamente. Se tiene la impresión de que se habla técnicamente cuando se usan los nombres correctos, ese es el ritual académico.

Hay dos convicciones básicas que permiten caracterizar al Inductivismo y también, por extensión, al extremo que se llama Positivismo. Una es la idea de que hay hechos positivos. Desde luego la palabra "positivo" no tiene que ver con "bueno", la palabra "positivo" viene de "puesto". Hoy, cuando se dice de un hecho que es "positivo" lo que se quiere decir es que hay un hecho allí, simplemente, independientemente del observador.

La idea de positividad, en su sentido filosófico estricto, está plenamente desarrollada en el Idealismo de F. Schelling, y designa allí una profunda relación entre el hombre que pone su esencia en la naturaleza, y el trasfondo natural que actúa, al mismo tiempo como impulso interno y resistencia exterior. A Augusto Comte, sin embargo, que empezó a utilizar este término en el sentido que hoy le damos, se le escapó un gran detalle al recoger el término, un detalle que, visto desde hoy, parece irónico, que estaba en Schelling pero a él se le escapa. Comte habla del "hecho positivo" como el hecho que está allí simplemente, puesto, como si uno pudiese pasar por su lado, fijarse en él y tomarlo para ponerlo en una colección. El detalle que se le escapa es : ¿quién habrá puesto ese hecho que está puesto?.
Comte no asume que la palabra "puesto" implica un ponedor y entonces ahora, en la palabra técnicamente usada, positivo supone que no hay un ponedor. Está el hecho simplemente, está independientemente, de manera autónoma. Si el observador no estuviera estaría de todas maneras ahí. Los hechos están a disposición del observador, el observador pasa, recoge y en seguida organiza. La noción es, primero, hay hechos positivos, es decir, si no hubiera observadores los hechos estarían ahí y, en seguida, es: aténgase a los hechos positivos, no especule. Los inductivistas desconfiarán por lo tanto de todo lo que implique una participación activa del observador, los prejuicios, los límites perceptuales, culturales, incluso de las hipótesis. Hacer hipótesis podría implicar el riesgo de introducir lo inobservable, lo especulativo, lo tendencioso.

Hay inductivistas que quieren encontrar un aval en Newton. A Newton le preguntaron: «¿por qué la Tierra atrae a las manzanas?», Newton decía : «las atrae así, las atrae asá», y los críticos insistían : «bueno, pero, ¿por qué?». Entonces Newton, astutamente, presenta las cosas de otra manera: «a mí me interesa cómo la Tierra atrae a las manzanas y no por qué las atrae», la ley de gravitación no explica sino que describe el fenómeno. Acerca de las causas de la gravitación dice Newton : «hypotesis non fingo», «no hago hipótesis».

Los inductivistas le creen a Newton. Newton no habría hecho hipótesis. Pero luego se lee a Newton y se encuentra que hizo hipótesis toda su vida. Pero los inductivistas creen que ese epigrama de Newton debería figurar como un mandamiento para todos los científicos: "aténgase a los hechos, no haga hipótesis, no especule". Voy a decirlo de una manera técnica: considere los hechos en su positividad, asuma la positividad del hecho, ahora estoy hablando de una manera técnica, lo que quiero decir es que el hecho que hay ahí no tiene que ver con Usted. Por lo tanto, de manera correspondiente, una de las tareas principales de los inductivistas será denunciar, combatir, prevenir el prejuicio, las ideas previas, los prejuicios que tienen que ver con límites sensoriales, con límites personales y con límites culturales, con límites intersubjetivos. Quizás cada uno no sabe qué prejuicios tiene, pero otro sabrá mi prejuicio, yo sabré los de él y un control intersubjetivo del prejuicio permitiría ir acotando la positividad del hecho, la ciencia tendría que ser una tarea colectiva.

Se han hecho muchas críticas a la idea de que hay hechos positivos, no voy a detenerme en eso.

Desde luego, para elegir algún tópico particular, se puede criticar el supuesto de que la percepción es transparente. Sólo haré un desarrollo muy breve. Hay una diferencia entre ver mesas y haber mesas. Cuando alguien dice: "esto es una mesa", ¿cómo lo sabe?, "pues lo estoy viendo", sin embargo, entre la existencia de la mesa y el que alguien vea una mesa hay una diferencia. Desgraciadamente no se puede demostrar que el ver mesas implique que existen mesas. Una desgracia, porque es una conexión que parece muy obvia. Los sentidos serían transparentes en el sentido de que si veo debe ser porque hay.
Pero desgraciadamente no se puede demostrar esa transparencia. La mesa está constituida de manera muy importante por la actividad de la percepción. La percepción no es una constatación, es una actividad, y hay abundante evidencia, teórica y empírica, de que esta actividad permite poner en duda como mínimo la supuesta forma objetiva de las cosas y, en el extremo, incluso su existencia independiente.

b. La inducción directa
Quiero detenerme más bien en la segunda característica del Inductivismo, que es la confianza en las inducciones. Por eso se llama el Inductivismo, por la idea de que todo conocimiento científico procede a través de inducciones. También aquí es necesario plantear el problema en sus términos históricos: ¿qué dijeron los inductivistas?, ¿a qué se vieron obligados?. Y es respecto de esas pretensiones que tuvieron, y que luego fueron modificando, que deben ser juzgados.

La noción original de inducción, de la que nadie quiere acordarse porque, como digo, ha sido apaleada de manera inmisericorde, es lo que se podría llamar "Inducción Directa". Voy a atribuírsela a Francis Bacon, no al pintor, sino al Lord Canciller del Reino de Inglaterra a principios del siglo XVII. Si los libros de la lógica aristotélica están organizados en el "Organon», Bacon quiso escribir un «Novum Organum», una nueva lógica ahora sí verdaderamente inductiva. La idea de Bacon, que es la idea que se suele enseñar como inducción, aunque los lógicos actuales no estarían de acuerdo, consiste básicamente en que se constata que algo es, que algo es, que algo es, que algo es, y se pretende a partir de eso que seguirá siendo. Se constata, es decir, debemos atenemos a los hechos positivos, no especular. Si esto es, es, es, uno tiene que concluir que esto es, ahora de manera enfática, yel valor de ese énfasis es que contiene una pretensión predictiva: es, luego, será.

La pretensión original del razonamiento inductivo, aunque nadie quiere acordarse de ella, es que las conclusiones de la serie inductiva son universales, y en la medida en que son universales son necesarias. Esa era la promesa que, desde luego, hoy nadie estaría en condiciones de defender. El ejemplo que a Popper le gusta poner es este: he visto a un cisne blanco, he visto otro cisne blanco, he visto otro cisne blanco, fui al zoológico, vi diez cisnes blancos, fui a la selva vi cien cisnes blancos, he llegado a esta conclusión: todos los cisnes son blancos. He llegado a esa conclusión después de una serie de evidencias, una serie de premisas, ateniéndome a hechos positivos.

Cuando se enseña la inducción así, de manera general, se dice: es el razonamiento que va de una serie de premisas particulares a una conclusión general. Los lógicos actuales no dirían eso. Si uno hiciera un curso de Lógica se encontraría con que un razonamiento inductivo es aquel cuya conclusión es meramente probable. Es importante notar que en la definición actual de inducción no es relevante la cantidad de premisas, ni siquiera es relevante que las premisas sean particulares. El único énfasis que a los lógicos actuales les importa es que la inducción es un razonamiento cuyas conclusiones son meramente probables. Y eso quiere decir que no son necesarias. Es importante notar aquí que, de manera explícita, la Lógica actual se hace cargo de las críticas clásicas a los razonamientos inductivos, y quizás sería bueno que nuestros metodólogos pudieran llegar a esas conclusiones tan interesantes también.

La idea común que se suele tener, sin embargo, es: la inducción va de premisas particulares a conclusión general y la conclusión es universal y necesaria. Universal significa para la lógica de Frege y de Russell, el cuantificador universal "para todo", y es enfático. Para todo lo que fue, para todo lo que es, para todo lo que será. Si afirmo que todos los cisnes son blancos, lo que estoy diciendo es que todos los cisnes que fueron, todos los cisnes que son y todos los cisnes que serán son blancos. Eso es universal, vale para todos los casos. Más adelante, cuando tratemos las críticas a Popper, voy a hacer una diferencia entre lo universal en sentido filosófico y este concepto que, en realidad, es el concepto de generalidad. Es una diferencia más fina, pero ahora como suele hacerlo Russell, llamemos universales a estos enunciados que contienen el cuantificador "para todo". Si universal quiere decir que vale "para todos los casos", entonces, según las esperanzas de Bacon, tengo derecho a suponer que no puede ser de otra manera, es decir que es necesario.

Es importante darse cuenta de que el que valga para todos los casos es independiente de que no pueda ser de otra manera. Se llama "necesaria" a la conclusión porque ha resultado de una determinada forma y, en virtud de esto, se dice que no puede ser de otra manera. Una cosa es, por ejemplo, que todos los cisnes sean blancos, otra cosa es que no puedan ser verdes. Se dice del juicio que es necesario no sólo cuando uno afirma que todos son blancos sino cuando uno se atreve, adicionalmente, a sostener que no pueden ser verdes. Eso es un riesgo porque, en principio, no hay contradicción lógica en que haya un cisne verde. Hay una contradicción empírica con algo que creíamos, pero no lógica.

Muy bien: ¿cómo se sabe que no puede ser de otra manera?, bueno, lo que he constatado es que todos son blancos. Desde un punto de vista empírico, se llega a la conclusión de que el juicio es necesario porque cree que es universal. El procedimiento es muy claro, pero ha dado con esto un pasito que es filosóficamente muy riesgoso, desde luego hoy en día nadie defendería eso, nadie diría que las conclusiones de un razonamiento inductivo son necesarias.

El gran crítico de esta idea es David Hume, que era un filósofo gordito. En 1739 escribió su "Tratado de la Naturaleza Humana" donde hace críticas demoledoras, y de alguna manera definitivas, contra la noción de inducción. No digo que era un filósofo gordito casualmente. Se sabe, yo tengo esa experiencia, los gorditos son moderados, viven tranquilamente su vida, no tienen grandes alarmas, los gorditos decimos de los flacos que son unos histéricos, los flacos dicen de los gorditos que son unos relajados, unos irresponsables. Hume efectivamente era un filósofo gordito, eso es muy cierto, es histórico, es riguroso, pero lo gordito tenía que ver con la moderación, o con el momento triunfalista de la cultura inglesa que le permitió llegar a Hume a la conclusión de que ningún juicio empírico es necesario y seguir comiendo tranquilamente, porque él era gordito.

Él da muchos argumentos, yo voy a resumir sus argumentos en dos: el primero es que, evidentemente, las series inductivas son incompletas. Si Usted ha visto cien cisnes blancos, ha visto mil cisnes blancos, ha visto un millón de cisnes blancos, entre ese millón y todos hay un salto demasiado importante, ¿ha visto Usted a todos los cisnes, a todos los que fueron, a todos los que son, a todos los que serán?, no. Bueno, entonces no puede decir que no pueden ser de otra manera. Mañana va a encontrar en la puerta de su casa un cisne verde, ¿eso es imposible?, no, no es imposible. Sería imposible si el juicio fuera necesario, pero la inducción es incompleta, que sea incompleta significa que nunca logra establecer su universalidad, y si nunca logra establecer su universalidad entonces no se puede afirmar su necesidad. Es difícil darse cuenta de lo catastrófica que es esta conclusión. En este punto crucial, y suele ocurrir así en Filosofía, el primer escollo es el escollo definitivo. Los filósofos primero caen al abismo, y sólo después rebotan y están en condiciones de inventar sus argumentos. Esta es la realidad de la historia de la Filosofía.

Es importante dar algunos ejemplos para hacer verosímil la idea de que esa conclusión - dicho técnicamente, si las premisas empíricas son incompletas el juicio no es universal, si no es universal no es necesario – es verdaderamente catastrófica. Ocurre que lo que se quiere de la necesidad es la certeza. Si se pudiera establecer que un juicio es necesario podríamos estar seguros de lo que hacemos respecto de él. Va Usted donde el médico y le dice : «tengo malos los riñones», «muy bien, su problema se resuelve sacándole un riñón», y entonces queremos, necesitamos preguntar «pero ¿Usted está seguro?», y la respuesta es obvia y terrible: "no, seguro, seguro, no». La necesidad es importante para la técnica, porque si uno no puede hacer afirmaciones necesarias entonces no puede anticipar con certeza. Lo que está implicado en esto es la necesidad de la certeza.

Pero el asunto es más grave. Ocurre que la mayor parte de nuestras certezas cotidianas son inductivas. He subido a un segundo piso, pero les cuento que entré a ese edificio con cierta precaución, esperé un tiempo y vi que muchas personas entraban y el edificio no se derrumbó. Entró Juan, entró María, entró Pedro, entró Rosita y el edificio no se derrumbó, entré, sin embargo, con cierta precaución. No he dejado, por esto, de afirmar la muralla, dejo de afirmarla, y la muralla no se derrumba. Ahora creo que el edificio no se derrumbará. Pero mi confianza es inductiva, ¿puedo asegurar que es necesaria la conclusión de que no se derrumbará?. No, no puedo afirmarlo. Puedo desafiar mi certeza : el piso no se va a hundir.

Entonces doy un salto, arriesgándome, claro está,... no se hundió, los ingenieros tienen sus certezas. Pero es una certeza inductiva, de tal manera que si aún, si en este momento no se derrumbó, ¿puedo estar seguro de que ahora no se derrumbará?.
He tomado agua, tomé agua y no me dio tifus, dicen que Juan, María y Pedro habían tomado agua y no les dio tifus, vi que no les dio tifus, tomaré agua, ¿me dará tifus?.

Dejaré caer el lápiz. Sepan que hay una probabilidad calculable de que la ley de gravitación falle. La probabilidad de que la ley de la gravitación falle, es del orden de uno partido por diez elevado a ochenta. Este es un número muy, muy pequeño, y es calculable. No ha habido diez elevado a ochenta segundos desde que nació el universo. Porque el universo, curiosamente, nació. Fue escandalosísimo. iPuuum! hizo. Un Bang verdaderamente Big. Muy bien, eso significa que si alguien, desde el origen del universo, hubiera estado dejando caer un lápiz una vez por segundo todavía no han pasado diez elevado a ochenta veces, de tal manera que si nunca ha ocurrido que la ley de gravitación falle esta podría ser la primera vez ... estamos a punto de observar un evento extraordinario en la historia del universo.

La probabilidad de que el lápiz no caiga dos veces, de que la ley de gravitación falle dos veces es de uno partido por diez elevado a ochenta multiplicado por uno partido por diez elevado a ochenta, que es uno partido por diez elevado a 160, y eso sí que es inverosímil. De tal manera que si alguna vez un dinosaurio trató de tomar una manzana y la manzana en vez de caer flotó, y ya la ley de gravitación falló alguna vez, la posibilidad de que ocurra una segunda vez es casi inverosímil. Así que si ya ocurrió no va a ocurrir, pero si no ha ocurrido este ... podría ser un evento extraordinario en la historia del universo. Me dijeron que hay regiones donde el terrorismo es más frecuente, y entonces podría haber una bomba en el avión. Si es así usen la recomendación de mi amigo dedicado a las probabilidades. Tengo un amigo que considera que si la probabilidad de que haya una bomba en un avión es alta, la probabilidad de que hayan dos bombas en el avión es más baja, motivo por el cual él siempre viaja con una bomba. Muy bien, dejo caer el lápiz esperando que falle la ley de gravitación ... pero cae igual. Lo hago otra vez ... y cae igual.

Examinemos nuestras certezas. ¿Se derrumbará el edificio?, ¿nos dará tifus con el agua?, ¿habrá una bomba en el avión?, ¿fallará la ley de gravitación?, ¿estamos seguros?. No, no estamos seguros de nada. La vida debería ser terrorífica. Las mesas .... a Hume le preguntaron algo así como esto: "¿no podría ocurrir que las mesas se transformen en jirafas?". Porque, en el extremo, ¿qué hay en la mesa que haga que siga siendo mesa, no podría ser jirafa al momento siguiente?. El juicio: "la mesa seguirá siendo mesa", ¿es necesario?. No, porque es empírico, y si es un juicio empírico, es decir, si resulta de una inducción, eso significa que no hay garantía lógica de que seguirá siendo mesa y de que no puede convertirse en una jirafa. Por cierto, cuando supe de estos argumentos, empecé a considerar con mucho respeto a las mesas....

Pero curiosamente la vida no es terrorífica. Borges dice, con su extraordinario talento: «Hume tiene un argumento excelente que no convence a nadie». Porque el argumento es impecable, efectivamente no hay ningún juicio empírico cuya conclusión sea necesaria, y sin embargo todos hacemos juicios empíricos y operamos con certeza. Debido a eso Hume hizo un segundo argumento, ahora contra nuestras confianzas. No tenemos certeza pero tenemos confianza.

Pero, ¿cómo se sabe que el agua no da tifus?, tomo agua y no me da tifus, María también toma agua, Pedro, José, toman agua, y el agua no da tifus. Observo el edificio, no se derrumba, no se derrumba, no se derrumba. Dejo caer el lápiz y cae, la ley de gravitación funciona, funciona, funciona, la ley de gravitación funciona. He observado lo siguiente: esta inducción resulta, esta inducción resulta, esta inducción resulta, luego, las inducciones resultan. Ocurre que nuestra confianza en las inducciones también está fundada inductivamente. Claramente aquí hay un círculo vicioso. Porque si cada inducción no es necesaria, la inducción hecha sobre las inducciones tampoco es necesaria. De tal manera que las inducciones no son ni necesarias, ni confiables, el universo vuelve a ser terrorífico.

Otro argumento excelente que no convence a nadie.

Los que sufren con esto son los teóricos, porque desde un punto de vista teórico la
inducción es insostenible. Si lo que queremos conseguir es necesidad, certeza, para poder anticipar con seguridad, al menos desde un punto de vista empírico no podemos obtenerla. Sobre la pregunta acerca de si las mesas se podían transformar en jirafas. Hume contestó algo como: «no se preocupen porque las mesas suelen seguir siendo mesas». Es notable la enorme irresponsabilidad filosófica de Hume : suelen !. ¿Cómo se puede seguir viviendo en un mundo así?. Había que ser filósofo gordito para no cortarse las venas después de eso, colgarse de un árbol. Los existencialistas del siglo XX sobre la base de un razonamiento muy parecido se pusieron muy depresivos. No hay conexiones necesarias, nada tiene que ver con nada: familia, patria, partido, fortalezas de los edificios, caída de los lápices, son sólo juicios empíricos. Si nada tiene que ver con nada en esencia es curioso que Hume se sienta tan conforme, se sienta tan contento, se sienta tan tranquilo. Con Hume la Filosofía Clásica está jugando con dinamita. Tenía que haber otra época, ya no el triunfalismo inglés, tenía que pasar una Segunda Guerra Mundial, para que los existencialistas, sobre la base del mismo razonamiento lógico, muestren en su actitud la consecuencia existencial de estas consecuencias de la lógica.. Y entonces podemos sentir el peso de lo catastrófica que es esta conclusión, de esta conclusión que echa por tierra la confianza básica de la racionalidad científica. Este libro debería terminar aquí.


c. La inducción progresiva
Se podría decir que toda la historia siguiente de la Filosofía de la Ciencia es una serie de cabezazos contra la muralla para ver si encontramos algo de confianza allí donde ya sabemos que no hay certeza. os términos cambian, lo que vamos a tratar de encontrar ahora es confianza, y confianza es un término que no es objetivo, es subjetivo. Y entonces el problema pasa al lado del observador. Ya no hay certeza en los hechos, en su mera recolección objetiva, ¿es posible, sin embargo, obtener confianza objetiva, es decir, algo que no sea certeza pero que nos permita operar con seguridad?.

Es tratando de responder a esto que se propuso, en un momento posterior, lo que voy a lamar «Inducción Progresiva»(7). Voy a atribuir esta idea a John Stuart Mill, que alrededor de 1840 escribió un "Sistema de Lógica Inductiva". Mill se hace cargo de la manera que puede de estas críticas desastrosas que ha hecho Hume y propone que en realidad la serie de premisas inductivas no conduce a conclusiones necesarias, es decir, no permite llegar a la verdad. Al parecer el exceso de confianza de Bacon consistiría en que ya podemos afirmar que tenemos la verdad.

Frente a esto Mill plantea las cosas de otra manera: la serie inductiva no nos permite llegar a la verdad pero nos permite acercamos a la verdad todo lo que queramos. La conclusión del razonamiento inductivo sería una etapa intermedia hacia la verdad, y esto haría que nuestra confianza en las inducciones, si bien es confianza, es decir algo en principio subjetivo, sea, de alguna manera, una confianza objetiva. Extraña fórmula que resume dos cosas:

1. Que en las inducciones no hay necesidad,
2. Que sin embargo nuestra confianza se justifica.

Ahora puedo ir donde el doctor y él quiere sacarme el riñón, yo digo: «pero, ¿qué certeza tengo de esto?», ninguna, «bueno, pero ¿qué confianza tengo?», y él puede decirme «mire, hemos aplicado este tratamiento en seis pacientes de los cuales cuatro sanaron». Entonces me voy a otro médico. Hay que ir a otro médico porque mi confianza no ha sido bien fundada. Voy donde un médico y me dice: «ah, pero es que ese señor no ha hecho suficientes experiencias, nosotros hemos probado este tratamiento en diez mil pacientes, de los diez mil pacientes 9.990 caminan por la calle tranquilamente", entonces mi confianza es mayor y me someto, con la esperanza de no llegar a ser el paciente número once.